Los registros históricos de la Canela se remontan al antiguo Egipto, en el año 2000 aC. En aquel entonces se consideraba que la canela era un regalo digno de la monarquía y la deidad. Una fina inscripción declara que la Canela fue un regalo piadoso presentado al templo de Apolo en Mileto. La canela ha sido una hierba antigua, un conservante y un ingrediente clave en el proceso de momificación egipcia. Incluso la Santa Biblia alude a Canela en Proverbios 7:17 cuando dice "He rociado mi cama con mirra, áloe y canela".

El origen de esta hierba divina era un misterio y un secreto bien guardado por los antiguos comerciantes árabes para mantener el monopolio y justificar su precio exorbitante. Ellos crearon historias sobre la rareza de la canela y la complejidad de obtenerlas. Una de esas historias se alude a un guion del historiador griego Heródoto. Según la historia, enormes pájaros llevaron los palitos de canela a sus nidos en lo alto de las montañas, a las que ningún humano podía llegar. La gente dejaba grandes trozos de carne de buey debajo de estos nidos para que las aves los recolectaran. Cuando las aves traían la carne al nido, su peso causaba que los nidos cayeran al suelo, por lo que los palitos de canela que estaban en los nidos se podían recolectar.

Los europeos buscaban sin cesar el "país de la canela", cuando la tradicional "Ruta de la Canela" de Indonesia fue obstruida por el aumento de los poderes mediterráneos, como los sultanes mamelucos y el Imperio Otomano. Se decía que los comerciantes locales de Indonesia que atravesaban la Ruta de la Canela (desde las Molucas hasta el Este de África) intercambiaban Canela en los mercados romanos, creando un monopolio de canela veneciana en Europa.

El honor de descubrir el enigmático país de la canela es para los comerciantes portugueses a principios del siglo XV. El País de Canela que descubrieron no era otro que Sri Lanka, la pequeña isla debajo de la punta de la India que los comerciantes árabes llamaban Serendib y los europeos conocían como Ceilán. Durante más de cien años, los portugueses mantuvieron un monopolio en el comercio de canela de Ceilán en Europa hasta que los comerciantes holandeses los desalojaron a principios del siglo XVI.